PAJARES DE LA LAMPREANA

Villa de la Tierra del Pan
 


 

Fiestas en Pajares de la Lampreana

14 abril y 2 julio: 
Rogativas de Pajares a la Virgen del Templo. 


Romerías del Voto a la Virgen del Templo:

Primer sábado de mayo:
Villalba de la Lampreana (desde mediados del s. XVIII).

8 Mayo
Villarrín de Campos (desde mediados del s. XVIII). Feria de Pajares.

Este día era –y es– especialmente solemne. Varios devotos de Villarrín de Campos llegan vestidos de penitentes, cofrades de la Cofradía de la Vera Cruz. Antes iban en procesión con un carro tirado por vacas o bueyes, magníficamente decorado portando el estandarte de la Virgen del Templo, hasta un prado llamado Fátimas, de donde parten en procesión. El pueblo de Pajares sale a esperarlos al llamado “pico de Villalba”. El encuentro es muy emotivo: se saludan los pendones y se prosigue en procesión, todos juntos, hasta la ermita de la Virgen del Templo, donde se celebra una Misa solemne. A la entrada de la ermita se colocan los pendones de ambos pueblos.

Último domingo de mayo:
Arquillinos.

Primer Jueves de agosto:
Manganeses de la Lampreana.

Ultima semana de agosto

Semana cultural. Representaciones teatrales, bailes, exposiciones de artesanía popular, dibujos infantiles, etc.

8 Septiembre:
Festividad de la Virgen del Templo. La Feria.

Es la mayor fiesta en Pajares de la Lampreana, conocida popularmente como La Feria. Hasta la llegada de los tractores se convertía en una gran feria agrícola de útiles de labranza y toda clase de menaje: cestos, palas, rastras, vigas, puertas, lienzos, sombreros, etc. Actualmente prevalecen las Peñas de jóvenes, con profusas limonadas en casas y bodegas habilitadas al efecto.

Ha habido tradicionalmente cantos y ramos a la Virgen, aparte de la Misa popular de Pajares, de sabor bizantino, transmitida de generación en generación. Recientemente se estrenó un himno con letra de Gerardo González Calvo y música del sacerdote Fabriciano Prieto Miguel, ambos nacidos en Pajares de la Lampreana.


Tradiciones populares

1. Los Quintos (23 de enero -17 de enero del año siguiente)

Los Quintos entrantes “cogían la bota” o relevaban a los salientes el 23 de enero, fiesta de San Ildefonso y terminaban el 17 de enero del año siguiente, festividad de San Antón, día en que corrían las cintas.  Vestían un blusón amarillo o guardapolvos, con un pañuelo de seda por el cuello y una gorra; llevaban también una cacha. Desde el 8 de diciembre, los festivos y domingos hacían la corrobla juntos en la “Casa de los Quintos”.

Los Quintos llevaban a cabo las siguientes funciones:

Poner El mayo

Es un tronco de árbol, lo más alto posible, que colocaban los quintos en la plaza del pueblo la noche del 30 de abril. De aquí se formó la expresión popular “más alto que un mayo”. Concha Espina emplea “estar mayo” como alto y robusto, dicho en Maragatería. Ya Autoridades alude al mayo o arbor majalis. Dice textualmente: “Se llama también el árbol alto adornado de cintas, frutas y otras cosas, que se pone en un lugar público de alguna Ciudad ó Villa, en donde en todo el mes de Mayo concurren los mozos y mozas, à holgarse y divertirse con bailes y otros festejos”.

El tronco se clavaba en el suelo ayudándose con un carro. Dice José Luis Alonso Ponga en Tradiciones y costumbres de Castilla y León:“Para la colocación de este árbol [o viga], los mozos se sirven de las ayudas más variadas: maromas, escaleras, o a brazo partido y no faltan pueblos en los que con un asomo de ingeniería incipiente colocan el Mayo sobre un carro, y a continuación inclinando el carro hacen coincidir la base del árbol con el hoyo previamente practicado en el suelo con una maestría que sólo da la experiencia”. El carpintero solía colocar en el extremo superior los señoritos. Otras veces se remataba el mayo con una rama grande.

Pedir La robla

Invitación que se exige a los forasteros que tienen novia en el pueblo. A esto en Sanabria, la Guareña y en varias comarcas extremeñas (Las Hurdes y Malpartida de Plasencia) lo llaman “pagar el piso”. Correspondía pedir la robla a los Quintos; si alguien se negaba a pagarla, lo arrojaban a un pilón lleno de agua.

Cantar Los Reyes

Esta canción la cantaban los Quintos la víspera de Reyes. Primero iban a cantarla a la ermita de la Virgen del Templo, después a casa del alcalde y del cura y finalmente a todas las casas del pueblo. He aquí una de las letras:

Gente noble somos
los que aquí llegamos;
si nos dan licencia,
los Reyes cantamos.

Es descortesía
y desobediencia
en casa tan noble
cantar sin licencia.

San José a María
dice estas palabras:
esposa querida,
reina soberana,
¿dónde encontraremos
que nos den posada
porque el tiempo es frío
y la noche es larga?

Buenas Pascuas tengan,
buenos santos Reyes.
Ya nos despedimos,
descansen ustedes.

 

Pedir el aguinaldo

Después de cantar los Reyes, los Quintos pedían el aguinaldo, que solía consistir en chorizo, vino o dinero. En Pajares de la Lampreana había dos clases de aguinaldos: el que se daba a los Quintos antes de correr las cintas; ellos, en recompensa, cantaban los Reyes de madrugada ante cada casa, después de hacerlo en casa del cura párroco y del alcalde. Otro aguinaldo era el que iban a buscar los ahijados a casa de sus padrinos el día de Navidad. El aguinaldo de los padrinos solía consistir en una caja redonda con un dulce de mazapán en forma de anguila enroscada que elaboraba el confitero; por eso se decía “ir a buscar la caja”.

Correr las Cintas

Lance para la despedida de los Quintos el 17 de enero, fiesta de San Antón o Antonio Abad. En uno de los caminos, a las afueras del pueblo, se montaban dos vigas a las que se ataba una maroma. De ella se colgaba una caja de madera, en la que iban colocadas las cintas de distintos colores, enrolladas en unos carretes de hilo metidos en una varilla de hierro; sólo sobresalían, colgando y visibles, las arillas. Los Quintos intentaban, montados en caballos primorosamente enjaezados y corriendo a galope, conseguir las cintas introduciendo un palo fino y alargado en las arillas. Entre las cintas había dos especiales: la maestra, la más larga y de color rojo, y la negra, la más corta; quien cogía ésta creía que le tocaría hacer la mili en África (Ceuta o Melilla).

Las carreras de cintas, según Antonio Sánchez Barrio (Fiestas y ritos tradicionales) «son herederas, de los juegos “de sortija” de los tiempos medievales y modernos, ejercicios lujosos y llenos de connotaciones galantes y guerreras en las que los nobles y caballeros hacían valer su destreza con lanzas y cañas».

 

2. San Antón (17 de enero)

Nombre popular de San Antonio Abad, patrono de los animales. Su fiesta se celebra el 17 de enero. San Antonio fue ermitaño en Egipto y el fundador de los primeros monasterios o cenobios con san Pacomio. Vivió 105 años (del 251 al 356) y la fama de sus virtudes se extendió por Francia, Italia y todo el norte de África, que fue en aquella época vivero de lumbreras cristianas. En algunos lugares se le conoce como “San Antonio, el marranero”.

Ese día se hacían ofrendas al santo: orejas de marrano, pispiernos, gallos, gallinas, palomas, conejos, morros, papadas, “rosarios” elaborados con naranjas y con higos y rematados en una cruz formada con dos atados de chorizo, etc. Después de Misa se subastaban y el sacristán acababa la puja diciendo: “¿No hay quien dé más? Que buen provecho le haga”. Se subastaba en cuartillos de trigo (los rosarios, gallinas, conejos, etc.) y en dinero todo lo relacionado con el marrano. Se pagaban las adquisiciones en cuartillos al sacristán en el mes de septiembre, cuando se cogía la senara.

Se han escrito muchas y sabrosas obras sobre la vida de San Antón; entre ellas cabe destacar la de Blas Antonio de Ceballos a finales del siglo XIX, titulada Flores del yermo, pasmo de Egipto, asombro del mundo, sol de occidente, portento de gracia, vida y milagros del grande San Antonio Abad. Una plegaria muy común y popular era:

¡Oh, glorioso San Antón,
lo que te vengo a pedir:
que me guardes el borrico
y no lo dejes morir!

Con San Antonio como protagonista se ha popularizado el romance “El niño y los pajaritos” o “Divino Antonio precioso”. Hay una moderna versión del cantante Cecilio. Algunas personas mayores saben de memoria la letra y la música; la he escuchado cantar en la Tierra del Pan y en Ávila. Dice un refrán: “Por San Antón, la pita pon”. Hay muchos cantos e invocaciones a este santo; en Monfarracinos (Zamora) llaman “declaraciones” a los versos que les recitan con ocasión de las subastas de las ofrendas.

3. Las Águedas (primer fin de semana de febrero)



 


 
Correo
Asignación